En la mañana del día 26 de octubre de 1904 comenzaba en la histórica ciudad de Auch un juicio con jurados. La acusada era una joven mujer, Rachel Dupont, de veinticinco años.
Estaba acusada de un delito de tentativa de incendio, robo y asesinato por envenenamiento de tres personas: su marido, su abuela y su hermano.
El caso fue conocido como el de la envenenadora de Saint-Clar. Fue un asunto que despertó interés en la prensa de la época y puso a prueba, de nuevo, a la ciencia ante los tribunales.
En este caso la prueba ante el tribunal combinará las evidencias tradicionales junto a la toxicología y la psiquiatría forense para determinar el veredicto del jurado.
La historia y acusación de Rachel Dupont, señora de Galtié, la envenenadora de Saint-Clar
Rachel Dupont se casó el 21 de julio de 1898 con el Sr. Galtié y se instalaron hacia febrero de 1899 en Saint-Clar un pequeño y tranquilo pueblo del departamento de Gers, al sur de Francia, ya que el esposo fue nombrado juez de paz en esta localidad. En Saint Clar la señora Galtié se convertirá en madre de un niño.
Rachel encontró allí un pequeño mundo donde el exiguo salario de su marido no le permitía mantener el nivel de vida de sus vecinas mejor posicionadas. ¿Cómo podría Rachel con un misero sueldo de 1800 francos que apenas les permitía subsistir conseguir llegar al nivel de sus admiradas vecinas?
Comenzarán en el pueblo de Saint Clar extraños sucesos.
El 18 de diciembre de 1900 se desata un pequeño incendio en casa de la señora Larrieu, esposa de un capitán de infantería. Allí se encontraba Rachel. Estaba ayudando a la señora Larrieu a hacer las maletas antes de partir del pueblo a otra localidad donde había sido destinado su marido. Extrañamente, sus joyas desaparecieron durante el incendio.
La investigación abierta por la gendarmería, con la cooperación de la señora Galtié, no conduce a ningún resultado. Ella afirmó ver a un hombre salir corriendo. Rachel consigue unas cuantas joyas que irá vendiendo poco a poco.
Pero Rachel, la sra. Galtié, tenía otros planes para conseguir más dinero: los seguros de vida. Su padre tenía uno por 10.000 francos. Un amigo de la familia, el Sr. Delerm, era agente de la compañía de seguros Mutual Life y le había vendido las bondades y beneficios de los seguros.
Comenzó con su marido. A través del agente de seguros amigo de la familia insiste a su marido para que contrate un seguro de 20.000 francos. El señor Galtie duda porque no tiene para pagar la prima anual de 667 francos. El 5 de septiembre de 1902 se firma una póliza provisional. Pero en el último momento, el sr. Galtie cambia de opinión: al no haber podido obtener de sus suegros la ayuda económica que necesitaba, regresa, el 9 de octubre de 1902, cancela y no sigue adelante con el seguro. Además, unos días más tarde el pequeño hijo de la pareja cae en un pozo pero es rescatado, afortunadamente, con la ayuda de varios vecinos de Saint Clar.
Un mes después, Galtié murió. EL 11 de noviembre de 1902, el Sr. Galtié murió de repente sin que el doctor que lo trató entendiera nada de su devastadora enfermedad. Rachel había conseguido arsénico bajo el pretexto de exterminar las ratas que dice merodean por su casa.

Nadie pensó en sospechar de la joven viuda, al contrario.
Este primer crimen no le permitió ningún otro beneficio que darle la libertad de actuar. El fuego de la casa Larrieu seguido del robo de joyas eran ya pasado; la muerte del esposo fue considerada accidental. Pronto concibió la idea de un nuevo crimen.
En Casseneuil, a 90 km de Saint Clar, tenía una abuela, Catherine Mariol, anciana y enferma. Por lo tanto, un seguro de vida a su nombre podría resultar muy interesante para ella. En una carta de 17 de noviembre de 1903, le cuenta a su cuñada, Albanie Laurent, los últimos momentos de su esposo y le escribe: «Desde las 11 de la mañana hasta la medianoche, estando a los pies de su cama, me cogió la mano, me besó y dijo: «Mi querida y pequeña esposa, qué harías si muriera. . . Para mantener tu vida necesitas rentas y las tuyas no son suficientes para permitirte llevar la vida que llevas aquí, escribe al Sr. Delerm, y que realice un seguro de 50,000 francos a nombre de la abuela en tu beneficio y como ella no goza de buena salud, seguramente, antes de dos años estarás fuera de la pobreza».
El Sr. Delerm, consultado por ella, respondió que tal seguro no era posible debido a su avanzada edad. Sin embargo, la muerte de la abuela podría proporcionar algunos recursos para Rachel. En el momento de su matrimonio su abuela acordó donarle una suma de 10.000 francos que ella no podría disponer hasta su muerte y que su padre gestionaba.
Rachel se va a vivir con su abuela para cuidarla.
Apenas había pasado un mes desde la muerte de su esposo; el 23 de diciembre, solicita a través de su criada al veterinario de Casseneuil una receta para obtener arsénico porque en Casseneuil, como en SaintClar, había ratas en la casa. La abuela, Catherine Mariol, muere el 11 de enero de 1903.
Ella consigue que su padre le de 1,000 francos y una pequeña casa para ser utilizada como anticipo por los 10,000 francos que había acordado pagar por su dote matrimonial. Este anticipo fue entregado por su padre para que Rachel no volviera a Saint-Clar y que continuara viviendo en Casseneuil cerca de su familia pero Rachel regresa a Saint Clar.

Su siguiente objetivo será su hermano sobre el que ejerce una enorme influencia. En marzo de 1903, ella le habla sobre el seguro que debe contratar. El no puede pagar prima alguna pero ella le promete que no tendrá que preocuparse de nada, ella realizará los trámites necesarios y pagará todo. Gaston Dupont consiente y el 20 de junio de 1903 firma la póliza; en ella se establece que, en caso de fallecimiento, se pagará una suma de 50,000 francos a su hermana, Rachel Dupont; Para pagar usa el resto del excedente de su dote.

Gaston Dupont fue convocado a Toulouse a fines de julio de 1903 para completar un período de entrenamiento militar como asistente farmacéutico. Ella le insiste para que pida permiso y pase uno o dos días con ella en Saint-Clar. Llega el 4 de agosto a las 5 p.m y debía partir al día siguiente a las 3 de la mañana. Cuando llegó, estaba bien de salud; cena con su hermana, desayuna pero inmediatamente después del almuerzo, comienza a vomitar. El 5 de agosto vuelve a Toulouse, donde debe ser ingresado urgentemente en el hospital. Regresó a Saint-Clar el 27 de agosto tras una nueva invitación de su hermana. Murió el domingo 30 de agosto, a las 9 de la noche. Al igual que con su marido, Gaston Galtié, el médico no pudo reconocer ni las causas ni el carácter de la enfermedad. De nuevo fue con arsénico como se cometió este tercer delito de envenenamiento.
Será entonces cuando comienzan las sospechas. Farmacéuticos y veterinarios fueron interrogados; confesaron haber vendido arsénico a la Sra. Galtié, no solo unos días antes de la muerte de su hermano, sino también antes de la muerte de su esposo, y antes de la de su abuela. La Sra. Galtié será detenida e ingresará en prisión provisional a la espera del juicio. Ella niega los envenenamientos.

Los tres cadáveres fueron exhumados: El análisis reveló que contenían grandes cantidades de ácido arsenioso.
El juicio tendrá lugar en la histórica capital de la Gascuña y del departamento de Gers, la ciudad de Auch, en el edificio del tribunal construido hacia 1863 y que sigue actualmente en pleno funcionamiento como tal. La acusación contra Rachel Dupont, la señora de Galtié, supone, en caso de condena, la pena de muerte en la guillotina.



El tribunal del jurado en la Francia de principios del siglo XX
El sistema del tribunal del jurado en Francia, Cour d´assises, fue instaurado durante la Revolución Francesa mediante la Ley sobre Policía de Seguridad, la Justicia Criminal y la Institución del Jurado de 16-29 de septiembre de 1791.
El jurado es una institución de origen anglosajón que en Francia se adoptó ampliamente ante la desconfianza a los jueces del Antiguo Régimen. Sin embargo, en el modelo francés se potencia la función de los jurados y el valor de sus veredictos, delimitando competencias y separando nítidamente entre cuestiones de hecho y de derecho (Gisbert, 1990).
En la evolución del Jurado francés pueden diferenciarse claramente dos períodos: desde 1791 hasta el año 1941, con la separación del tribunal y del jurado, y posteriormente.
Hasta 1941 El Jurado delibera a solas sobre el conjunto de las preguntas redactadas sin términos jurídicos y planteadas por el presidente del Tribunal, contestando mediante una declaración o veredicto que se lee en audiencia pública. Ley de 25 de noviembre de 1941 pone fin a la separación del Tribunal y del Jurado, reuniéndolos en un único órgano colegiado, es el modelo de tribunal de escabinos o escabinado compuesto por jueces profesionales y por ciudadanos legos unidos.
La elección de jurados se realizaba por un sorteo a partir de una lista denominada de sesion. En relación con la confección de las listas de jurados se diferencian tres etapas en Francia: el período de los notables hasta 1848 donde solo miembros de esferas sociales notables podían ser jurados, el período de los buenos jurados durante la II República donde cualquier ciudadano puede ser jurado siempre que sea mayor de 30 años (en la práctica pocas mujeres y menores de 40 años fueron jurados) y el período del jurado democrático desde 1978 donde los jurados son elegidos de la lista electoral por azar siempre que sean mayores de 23 años.
De la lectura de las sesiones, se podrá de deducir el amplio poder discrecional que el presidente del tribunal del jurado poseía en aquellos momentos en orden de realizar cualquier actuación que no esté prohibida ni suponga nulidad para descubrir la verdad siendo un contrapeso al poder de los jurados. El presidente ordenaba el curso de la vista, prorrogaba, resumía, suspendía o requería cualquier actuación que considera necesaria. El presidente de la cour d´assise podía rechazar pruebas, obtener nuevas, pedir aclaraciones, reclamar más documentos, todo lo que fuese preciso para llegar a la verdad.
El juicio contra Rachel Galtié en el Tribunal de Auch
PRIMERA SESIÓN 26 de octubre de 1904
El tribunal está compuesto de la siguiente manera: Señor Gombault, presidente, sr. Grange y M. Botis, jueces; El Fiscal General Barailler, asistido por el sr. Destouet, fiscal, y el sr. Lafront. La acusada será defendida por el letrado sr. Nux
El presidente comienza con las formalidades legales para la correcta constitución del jurado.
Los jurados titulares son: -Sr. Daignon, propietario en Bezeril, jefe del jurado; Emile Saint Laurent, notario en Samatan; J.M. Candau, comerciante; Isidore Compatis, propietario en Saint-Ost; Laurent Lebbé, comerciante; Pierre Tremel, recaudador de impuestos; Joseph Dartigelougue, comerciante en Bassoues, Jules Barthe, notario en Auch; Joseph Gay propietario; Philippe Darem-Loubadère propietario; Paul-Jean Dumay, propietario de Condom; Adrien Mothe, alcalde de Ayguentinte. Jurados suplentes. – MM. Francis Mauco, pintor en Auch; Edmoud Dambés, propietario en Castelnau-d’Auzan.

El periódico Express du midi relata la escena de la entrada al tribunal y describe el aspecto de Rachel Dupont:
«Con pequeño paso ligero y casi saltando, la Sra. Galtié cruzó esta mañana a las 10:35, entre dos gendarmes, las rampas que conducían al pequeño jardín. Cuando entró en la sala del Cour d´Assises, solo había unos pocos periodistas y los soldados de guardia …
La Sra. Galtié pertenece a típica pequeña burguesía. Al verla bajo su velo de crepé, impasible, pero atenta a todo lo que sucede a su alrededor, debes hacer un gran esfuerzo de imaginación para considerarla una parricida, una envenenadora, una ladrona, una incendiaria, una criminal!!.
Cuando comienza la sesión en el Tribunal, a las 2 en punto, sus dos grandes ojos azules se iluminan y arrojan fuego; sus mejillas se sonrojaron, sus labios apretados se fruncen, las facciones de su mentón parecían acentuarse; su delicada y fina fisonomía se oscurece y adquiere dureza.
Sin embargo, sin dejar que aparezca la más mínima emoción, la Sra. Galtié asiste a las formalidades preliminares de constitución del jurado, que se ve incrementado por dos jurados adicionales debido a la presunta duración de los debates, testigos, etc.»
Antes de que se formara el jurado, el presidente de Gombault preguntó a la acusada:
-Levántese, ¿Cuál es su nombre y apellido?
Con voz firme, ella respondió: – Rachel Dupont, viuda de Galtié.
– ¿Cuál es su edad?
– Veinticinco años !

«Veinticinco años ! Con esa edad nos cuesta llamarla envenenadora de Saint-Clar. Ella es joven; a pesar de la terrible acusación que la rodea, no ha llorado con frecuencia. ¿Ella es hermosa? Sí y no. Alrededor de mí, me responden:»Sí «.
La verdad, ella tiene la belleza de un diablo. Belleza que se reafirma con más fuerza si su sombrero redondo no cubriera su abundante cabello. »
Express du Midi 27 de octubre de 1904
Después se procedió a lectura del acta de acusación hecha por el secretario Garrigou. El relato impresiona al auditorio pero a la acusada «parece dejarla indiferente».
Tras ello, se realiza el llamamiento a testigos: 41 llamados por el tribunal y 2 por la defensa.
«Ella mira al frente, de forma bastante natural. Ciertamente, los elegantes asistentes a la sala que se apiñan en las gradas están más conmovidos que ella.»
Interrogatorio del presidente del tribunal a la acusada
Presidente del Tribunal comienza:
P-¿Es usted viuda y madre de un niño de cinco años?. Usted ha reconocido que fue la autora del fuego y del robo del que se le acusa, pero niega los envenenamientos ¿Todavía los niega?
– Sí, señor presidente.
Y el presidente comienza a relatar antecedentes personales de la acusada. Indica que pertenece a una familia de buenas personas. Que cuando era una niña pequeña en un internado cometió pequeños hurtos leves que niega. Era una niña caprichosa sin voluntad, según informes de su maestra.
Presidente.- En el dosier judicial, se indica que le gustaba reventar los ojos a pequeños pájaros. ¿Es eso correcto?
Acusada – No lo recuerdo.
P-¿Dejó el internado con 15 años? Estaba usted enferma; ¿es correcto? ¿El médico notó algún síntoma de asma en usted?
A- Sí, es cierto.
Presidente.- Se casó le 21 de julio de 1898 con el señor Galtié, jefe de gabinete adjunto de la Prefecto de los Altos Pirineos. Su marido no era un hombre rico y su padre se opuso a ese matrimonio. Usted tenía una dote de 7,000 francos, así como un pago mensual de 50 francos por mes; y usted debía recibir 10.000 francos a la muerte de la abuela.
Después de su matrimonio, cambió la situación. Su esposo es nombrado juez de paz en Saint Clar. ¿Tenía alguna queja sobre su esposo? ¿Fue feliz en su hogar?
Acusada.- Oh si, señor presidente.
El presidente del Tribunal comienza a preguntarle sobre el incendio en la casa de la señora Larrien. Ella confiesa el incendio e indica que de las joyas robadas a la Sra. Larrieu conservó una parte y vendió otras.
Tras esto, se le pregunta por los tres envenenamientos. Raquel reconoce que su marido tuvo intención de contratar un seguro con la compañía Mutual life pero niega que lo envenenara.
Presidente.- Cuándo conoció que su marido se negó a contratar el seguro de vida, ¿montó usted una escena?
– No, señor presidente.
Presidente.- Y después de ese día, se produjo un accidente. Su hijo cayó en un pozo. ¿Quiere contarnos el accidente?
Rachel Galtié no responde.
El presidente continuó: – Afortunadamente, su hijo pudo ser salvado a tiempo por sus vecinos, poco después, su esposo, cayó enfermo. Murió en tres días, usted conoce el informe de los expertos: Él murió envenenado. Y ese envenenamiento ¿fue obra suya? ¿Qué pasó?
Acusada.- No señor presidente, no fue obra mía.
-Usted compró arsénico. ¿Cómo quiso usar este arsénico?
-Quería envenenar a las ratas que estaban en mi casa.
Presidente.- Fue el viernes 7 de noviembre de 1902 cuando su esposo se enfermó después de la cena. Había comido carne de res, y eran alrededor de las diez de la noche cuando sintió dolor de estómago. ¿Durante la noche vomitó?¿A la mañana siguiente seguía vomitando?
-Si señor presidente seguía vomitando.
P.-¿Cuándo llamó a un médico?
– el sábado 8 noviembre.
P.- Está cometiendo un error. Usted lo llamó el domingo 9 de noviembre. ¿Y qué le recetó?
– Aguas refrescantes y una purga que no produjo ningún efecto
P.- En la noche de domingo a lunes, ¿qué le dio a su marido?
– Leche, vino espumoso y dos jarras de agua que había preparado. Él bajó a la cocina.
Presidente.- El lunes por la noche, tomó caldo y una taza de té. Siempre devolvía lo que tomaba. En el transcurso de la noche, él se despidió, y mientras usted estaba en el piso de abajo, escuchó un golpe arriba. ¿Qué hizo entonces?
Acusada.- Subí; mi esposo se había caído de la cama ; estaba muy pálido; con ayuda de la criada lo acostamos.
– ¿Quién preparó las bebidas de su esposo?
– Fue mi criada
Presidente.- No, fue usted … Antes de morir, ¿qué le dijo su marido?
-Me habló de mi niño … Me dio recomendaciones … Además, ya lo conté todo en una carta.
El presidente leyó una carta escrita a un pariente de la acusada, en la que le dijo que su esposo, antes de su muerte, le aconsejó que contratara un seguro de 50,000 francos a su abuela.
También leyó que algún tiempo antes de la muerte de su esposo, Rachel Dupont tuvo un sueño singular que le contó en otra carta a uno de sus amigos. Dijo que se le apareció un ángel que le dijo que durante el año perdería a su esposo o a su hijo.
– Un día, después de la muerte de su esposo, dejó caer una nota escrita por usted. Su cuñada la recogió en la que decía: «Hoy resuelvo escribir en un cuaderno todos los pensamientos que me surgen, mi amado Gastón, como testimonio de nuestro amor, ¡ay! demasiado corto». ¿Perdió voluntariamente este escrito?
-No
Rachel Galtié niega el envenenamiento de su abuela, a quien ella también quería asegurar en Mutual Life.
El Sr. Presidente, le dirige diversas preguntas sobre su abuela y sobre la compra de arsénico.
Ella solamente responde con «si y no».
Presidente.- En Casseneuil, donde vivía su abuela, compró arsénico para … ¡matar a las ratas! En Casseneuil, como en Saint-Clar, ¿había, por lo tanto, ratas?
-Si señor presidente (se oyen risas en la sala)
P.-Tan pronto como llegó a Casseneuil, su abuela enfermó. Ella tuvo malestar estomacal y vómitos. Sufre horriblemente y muere. Fue usted quien la cuidó. La fiscalía dice que fue envenenada. ¿Todavía lo niega?
-Si señor
P.- ¿También niega la muerte de su hermano?
-Si
P.- Él fue a Saint Clar. ¿Después de unos días, experimenta terribles dolores de estómago y vómitos frecuentes?
-Si
Presidente.- Según le dijo al farmacéutico de Saint Clar usted compró arsénico para matar a las ratas de la casa, ya que no dejaban dormir a su hermano, cierto?
-Si
Presidente.- Entonces, ¿usó el arsénico del mismo modo que las otras veces?
-Si (se vuelven a oír risas en la sala)

Presidente.- Los jueces de Saint Clar guardaron un tazón y una cuchara de los que usó con su hermano donde encontraron rastros de ácido arsénico, ahora le hago una última pregunta sobre el último crimen. ¿Has envenenado a tu hermano?
-No!!
P.- ¿niegas este envenenamiento como negaste el de su esposo y su abuela?
-Si, lo niego.
P.- Pero entonces, ¿cómo explicas la muerte de tu hermano?
Acusada.- Mi hermano manifestó a varias personas su intención de suicidarse.
Presidente. – En efecto, una vez escribió que quería acabar con su vida, ya sea con el gas de la estufa o con una bala en la cabeza. Pero de la palabra a la acción, hay un largo camino. Sin embargo, usted, en particular, ha tratado de hacer creer a la gente que se suicidó, ¿cierto?
Acusada.- soy inocente.
Presidente.- Su defensor ha solicitado que se examine su estado mental por médicos alienistas. ¿Tiene que decir algo sobre este punto?
Acusada.- no!
El interrogatorio termina a las 3 en punto.
El periódico indica: «la acusada no dejó asomar la más mínima emoción. Ella no se conmueve; Ella no está indignada. Sus ojos no pueden llorar.»

TESTIGOS
El primer testigo de cargo, el Sr. Mérole, de 47 años, el nuevo juez de paz en Saint-Clar, relata que se encontraba el día 30 de agosto de 1903 por la plaza de Saint Clar y le llegó la noticia de la muerte del Gaston Dupont, el hermano de la acusada. Informé al fiscal de la República de la posible existencia de un envenenamiento ese mismo día y comencé a tomar testimonios. Después del arresto de la acusada se realizaron pesquisas en su domicilio y encontramos ciertos objetos pertenecientes a la señora Larrieu.
Otro testigo fue el Sr. Molas-Labarthûs, secretario del juzgado de paz en Saint-Clar de 51 años, cuenta que no vio llorar a la señora Galtié el día en que su hijo cayó al pozo y que el día de la muerte de su esposo, ella mostró indiferencia.
Después testificó Amélie Befeille, de 25 años, ama de casa, la ex criada de Rachel Galtié, dijo que dos o tres meses antes de la muerte del señor Galtié, compró dos paquetes de arsénico, por orden de su dueña.
El presidente le preguntó. – ¿Había ratas en la casa?
Testigo.- Si, las había si
-¿Quién preparaba el arsénico para matar ratas?
– la señora Galtié.
– Cuando Madame Galtié estaba en Casseneuil, ¿le escribió para pedirte arsénico?
– Sí, señor presidente, pero el señor Salesses, un veterinario, no quería emitirme una receta y no pude enviarle a la señora Galtié el arsénico que había pedido.
Presidente.- ¿ Usted trató al Sr. Galtié durante su enfermedad?
-La señora; También fue ella quien preparó las medicinas.
– ¿Qué te dijo el señor Galtié el día antes de su muerte?
– Me dijo que la señora le había dado un caldo terriblemente picante y salado.
– ¿Alguna vez vio en el ático o en otro lugar de la casa el preparado para envenenar a las ratas?
– No, jamás.
– ¿Alguna vez encontró ratas envenenadas en la casa?
– No, jamás.
La testigo explica las razones por las que dejó la casa de la señora Galtié; ella le envió cartas anónimas para hacerle creer que su esposo la estaba engañando. Cuando tuvo pruebas de que estas cartas fueron escritas por la Sra. Galtié, dejó el servicio en la casa.
Es llamada Maria Damblanc, una criada en Saint-Clar que reemplazó a Amélie Douillac. Ella también compró arsénico para la señora y asistió a los últimos momentos del hermano, Gaston Dupont. Fue el 4 de abril que Mme Galtié le hizo comprar arsénico al farmacéutico. Dos días antes de su muerte escuchó a Gaston Dupont como le dijo a su hermana: «¡Oh, estoy envenenado!» y Rachel Galtié respondió: «No se entiende tu enfermedad. Aquí nadie está enfermo. Probablemente fue en algún hotel o mientras viajabas que comiste alimentos en mal estado».

El presidente a la testigo. – ¿Le molestaba en la vigilia de su muerte a Gaston Dupont el ruido de las ratas en la casa?
Testigo. – Si, se quejó, de hecho las ratas chillaban por el ático.
– ¿Pero se esparció arsénico en su habitación?
– No, señor presidente.
-El día después de la muerte, ¿el día del 31 de agosto pasó por casa de la señora Galtié un señor joven?
-Si era el señor Jacques d’Esparbès que había venido a ayudar a la señora a hacer cartas del anuncio de la muerte de su hermano.
– ¿Su señora tenía buena reputación en Saint Clar?
-Finalmente, no. Fue acusada de ser la envenenadora de su marido y su hermano. Estas acusaciones aparecieron en carteles por los muros del pueblo de Saint Clar.
Todos, presidente, fiscal y defensa, acordaron reanudar la audiencia mañana a las once. La multitud sale lentamente. La señora Galtié preguntó a los gendarmes: «¿Cuándo nos vamos? ». «Inmediatamente, señora», se cubrió la cara con su velo largo y volvieron a la prisión.

SEGUNDA SESIÓN 27 de octubre 1904
Continúan las declaraciones de los testigos.
La Sra. Formin, hija del Dr. Labat de Saint-Clar, es una amiga de la acusada. Después de la muerte del Sr. Galtié, ella dijo que tuvo bastante amistad con Rachel. La testigo define a la acusada: era caprichosa, coqueta, era voluntariosa pero tenía pocos conocimientos.
Yo estaba en su casa cuando murió su hermano.
Desde una habitación vecina escuché los horribles gritos de su agonía.
Nunca olvidaré esos horribles momentos … Cuando su sufrimiento llegó al máximo, le dije a la Sra. Galtié: «Tu hermano va a morir. Puede que no tenga sentimientos religiosos, pero su estado es grave. Su deber sería mandar a llamar a un sacerdote». Ella me respondió: «!Eso que dices me molesta!!»
Después de la muerte de Gaston Dupont, volví a su casa para hacerle una visita y darle el pésame. Le pregunté si sabía la enfermedad que había sufrido su hermano. A lo que ella me respondió: «Creo que comió latas en mal estado».
Yo sabía que ella había comprado arsénico, y estaba preocupada.
Se lo comenté a mi padre pero evito hablar del asunto.
Es llamado, Eduard Sallesses, veterinario en Saint Clar, de 50 años. Reconoce que a petición de la acusada recetó a sus criadas ácido arsénico para matar a las ratas que había en la casa de la señora hacia julio o agosto de 1903.
El presidente pregunta: ¿Antes de la muerte del señor Galtié recetó el veneno? Algún testigo afirma que si.
-No podría afirmarlo ciertamente, ya que realizo a diario muchas prescripciones.
Continúa explicando que el día 25 de agosto sobre las 11 horas de la mañana se presentó en su casa la sirviente de la acusada, Maria Damblanc, y me pidió que le expidiera una receta con el doble de la dosis de arsénico. Me sorprendió la petición de doble dosis y le pregunté si no había tenido efecto en las ratas la anterior dosis de julio. Ella me dijo que las ratas se habían comido todo y seguían allí. Finalmente me negué.
Se llama al testigo, Sr. Rouede, farmacéutico, que confirma que expidió las recetas de arsénico firmadas por el veterinario para la acusada. Afirma que el día 26 de agosto vino ella misma a mi farmacia solicitándome arsénico para matar a las ratas de su casa. Le di 10 gramos en la confianza de que me traería las recetas del veterinario como venia haciendo. El día 29 de agosto me trajo una receta del doctor Labat.
La siguiente testigo la profesora de Saint-Clar, Marie Ducasse, informa de una curiosa historia. La acusada le contó que era infeliz porque estaba bajo la influencia de un mal presentimiento. Le dijo que había tenido un sueño cruel, había visto a un ángel que le dijo que en seis meses perdería a su esposo y a su hijo.
El esposo, continúa la testigo, iba a morir a los pocos días después de aquella conversación.
Después del funeral, le recordé a la acusada el sueño que había tenido y que me relató. Me dijo: «Lo ves, te lo dije, lo sabía.»
El doctor Labat, de Saint-Clar, trató al Sr. Galtié y a Gaston Dupont. La muerte del primero le pareció debida a una indigestión.
Estaba un poco sorprendido por la muerte de Gaston Dupont y entonces pensó que podrían existir síntomas de envenenamiento. Él se lo contó a la señora Galtié, quien le respondió: «Comió comida enlatada que posiblemente estaba en mal estado»
El Dr. Labat quedo contento con esta explicación. En principio, las dos muertes que presenció no lo inspiraron sospecha de envenenamiento.
Es llamado el señor Jacques D´esparbès, de 21 años, era amigo de la casa. Él ayudó a la acusada a enviar las cartas para anunciar la muerte del hermano. La relación con la viuda fue causa de diversas habladurías por el pueblo y el padre de la acusada llegó instarle para que no volviese a ver a su hija.

El presidente del tribunal le realizó diversas preguntas sobre este asunto:
Presidente.- ¿El padre de la Sra. Galtié no le sorprendió con la joven en actitud demasiado privada entre ambos?
T.- No veo bien el interés que puede tener esa pregunta para el juicio.
Presidente. – Tengo derecho a preguntarlo. ¿Qué responde?
T.- Es posible
D.- ¿Algunos rumores circularon al día siguiente de la muerte de Gaston Galtié?
T. – Sí.
D. – ¿No le escribió a la señora Galtié sobre estos rumores?
A. – Sí, para que ella lo supiera y disculparme.
Es el turno de la cuñada de la acusada, la Sra. Laurent, hermana de su difunto marido.
Cuenta que a menudo escuchaba a Rachel hablarle sobre sus sueños. Sueños que presagiaban desgracias.
En 1901 ella me dijo que aquellos temores la estaban empujando a dejar Saint-Clar. Unos meses más tarde, en septiembre, me habló de un sueño que tuvo donde su marido y su hijo estaban en peligro. En noviembre, su esposo, mi hermano, muere de repente.
Algún tiempo después ella me volvió a escribir una vez más presagiando una próxima desgracia. Me contó que su esposo se le apareció en un sueño diciéndole: «Pobre mujer, él habría dicho: ¡Te compadezco! En seis meses perderás a tu hermano. ¡Ay! ¿en qué te convertirás?»

Mientras tanto, ella me hablaba del miedo a su futuro y que iba a contratar a su hermano un seguro del cual, en caso de desgracia, sería la beneficiaria y, por ello, ella le pagaría la prima. Aquello me sorprendió.
Presidente. – ¿Cuál es el móvil de los actos de su cuñada?
Sra. Laurent. – Estaba orgullosa y quería el dinero para llegar a la meta que ella misma se fijó.
Presidente. – ¿Qué meta? ¿Cree que ella contó a alguien sus ideas?
Sra. Laurent.- Siempre pensé que ella tenía un plan: casarse con un médico de un pueblo cercano, el médico Morange, y que necesitaba, para tener éxito, unos cuantos miles de francos.
Presidente. – ¿Hubo, según su conocimiento, alguna complicidad del Dr. Morange?.
Sra. Laurent.- No, al contrario. Creo que ella tenía la idea nada más. Unas semanas después de la muerte de su esposo me dijo que «Dr. Morange, si que es un médico de una gran ciudad con el que estaría feliz de casarme».
Presidente.- ¿Su hermano era feliz al principio, hubo cambios con el paso del tiempo?.
Sra. Laurent. – ¡Oh! Sí, mi pobre hermano me dijo: «tengo una mujer sin tenerla! ¡Soy demasiado joven para ella!» y él era quince años mayor. Otra vez me dijo que Rachel acababa de hacerle una escena terrible porque, a pesar de su insistencia, no había querido asegurar su vida. Me contó que «desde mi negativa llevo una vida infernal. Si continúa así, tendré que firmar!!».
Presidente le pregunta a la acusada.- ¿Por qué estaba tan ansiosa por ese seguro?.
Acusada.- Porque lo había soñado.
Un día, continúa la testigo, Rachel vino a verme, para pedirme que redactara un testamento a su favor. No me lo volvió a pedir más, tan solo le dije que lo pensaría pero que no me presionara. Y hoy me felicito por no haberlo hecho, en lugar de ser testigo, probablemente hoy sería una victima.
Presidente.- ¿Es esto cierto? pregunta el presidente a la acusada.
-No, respondió la sra. Galtié secamente.
Después del arresto de Rachel, continúa la Sra. Laurent, y en su encarcelamiento en Lectoure, ella me hizo mandar una carta a su madre en la que decía: «Fui yo quien robó las joyas de la Sra. Larrieu. Yo también robé un collar de la casa de la señora Hérel. Yo te ruego, que digas que me diste esas joyas. De los envenenamientos estoy tranquila. Incluso si hay arsénico en los cuerpos, no hay prueba de que lo hiciera yo».
El Presidente.— Acusada, ¿escribiste esa carta?
Acusada. – Sí señor.
El siguiente testigo es el señor Andre Delerm, de 46 años, representante de la compañía de seguros Mutual Life que viene a confirmar la existencia de las negociaciones de las pólizas de seguro con la acusada.
El resto de testigos ratificaron sus declaraciones durante la instrucción del caso.

TERCERA SESIÓN 28 de octubre 1904
El Dr. Morange, comparece en la sala como testigo. En su declaración protesta contra el papel y los sentimientos que le han sido atribuidos respecto a la acusada. Apenas conocía a la señora Galtié y se sorprendió cuando lo llamó por telegrama para visitar y cuidar a su esposo, cosa que nunca sucedió pues murió.
FORENSES Y EXPERTOS
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Encontramos, en su estado natural, 2 gramos 66 centigramos en el cuerpo de Gaston Dupont, cantidad ciertamente más baja que la absorbida, sin embargo, en el caso del ácido arsenioso, la dosis mortal es al menos 20 centigramo, 30 centigramo a lo sumo.

«El Dr. Lande agrega esta declaración abrumadora, que provoca gran emoción en toda la sala y que Rachel Dupont le da la bienvenida con su imperturbable indiferencia.»
Se encontró un vaso en la habitación de la señora Galtié, el vaso en el que, por su propia declaración, dio de beber su hermano y en el fondo de este vaso había depósito de ácido arsenioso. Esta pieza de convicción fue mostrada en la sala y la acusada la reconoció como la de su casa.
Se realiza un receso. A las 14:25 continúa la audiencia.
Continúa, entonces, el Dr. Anglade, un médico alienista de Burdeos, quien examinó el estado mental de la acusada, tras hablar de aspectos familiares que podrían influir en la acusada como que sus padres eran primos hermanos y que de la línea paterna heredó un gran nerviosismo y de la materna la posibilidad de ataques epilépticos, indica que «descubrió que la sensibilidad no está desarrollada a la señora Galtié. Se le hicieron pruebas de sensibilidad al dolor, fue quemada sin sentir dolor y aplicada electricidad sin sufrimiento».
Concluye que los robos cometidos en su infancia son una manía; que en sus acciones ya sea robo o crimen, encontramos una hábil mezcla de falta de precauciones e indiferencia moral.
Indica que sufre histeria y no aprecia todo el mal de sus acciones. La acusada no sufre ni locura ni degeneración mental, ella tiene histeria que distorsiona profundamente su sensibilidad física y moral. Sus acciones no son resultados directos de delirios, alucinaciones o impulsos patológicos, pero hay, sin embargo, en las circunstancias las características especiales de la histeria. A preguntas del fiscal indica que no hay nada que concluya la irresponsabilidad de Rachel Dupont; su probado estado de histeria y la intervención de la histeria en sus actos atenúan solo hasta cierto punto su responsabilidad. Se encuentra en un estado intermedio entre la locura y la irresponsabilidad.
Igualmente, los doctores A. Pitres y E. Régis también concluyen que existe una responsabilidad reducida de la acusada debido a la histeria y su alto grado de nerviosismo que afecta a sus actos. Sin embargo, a preguntas del Fiscal General reconocen que no se harían responsables encerrando a la acusada en un manicomio. Esta enfermedad requiere cuidados especiales distintos a los de un centro de esas características.
El doctor Remont de Toulouse llamado por la defensa dice claramente que: «Desde el punto de vista del derecho, la responsabilidad es nula» y concluye que es irresponsable de sus actos y él, sin duda alguna, firmaría el certificado de internamiento de la acusada en un hospital psiquiátrico.


Las declaraciones de los médicos psiquiatras alteran a la audiencia e incluso provocan en sala las protestas de la cuñada de la acusada que la considera totalmente responsable de sus actos.
CUARTA SESIÓN 29 de octubre DE 1904
Es el día en que terminará el juicio y los jurados tendrá que retirarse a deliberar.
Es el turno del Sr. Barailler, Fiscal General en la corte de apelaciones de Agen, que había venido a ocupar el lugar del ministerio público. Toma la palabra y argumenta la clara autoría de la acusada, su motivación y el modus operandi que se repite en las tres victimas, si bien, en función de las diferencias de apreciaciones que observó en las declaraciones de los médicos psiquiatras considera que la culpa material de Rachel Galtié resulta indiscutible.


Dos de los doctores la consideran responsable con atenuantes, pero con una atenuación tan pequeña que no sería suficiente para justificar su internamiento en una casa para locos.
Incide en que en realidad, ella sabía lo que estaba haciendo. Calculó todos sus actos y tienen un motivo único: la codicia. Su marido le dio una situación más baja que la que había soñado. Ella soñaba: «Me gustaría ser la esposa de un médico y vivir en la gran ciudad». Ella es capaz, para satisfacer sus caprichos, de envenenar. Insiste en que de la lectura de las cartas escritas por la acusada se deduce su astucia lo que nos lleva a demostrar su total responsabilidad.
A continuación el defensor de Rachel Galtié, el señor Nux, basa hábilmente su informe final y su estrategia de defensa en lo indicado por los expertos. Aduce la mala influencia del entorno en que se da su matrimonio, la presión que ejerce sobre ella y la necesidad de lujo que la empujan a cometer los hurtos de las joyas y a buscar su seguridad en la contratación de seguros de vida.
El abogado admite la culpa de su cliente pero la acusada, dice, es una paciente, no una criminal. Insistirá en su irresponsabilidad. Expone que los facultativos vacilan, ya que la acusada no encaja en las categorías de locos que la administración hospitaliza, no obstante, ella debe ser absuelta y tratada en un hospital psiquiátrico. Ella es irresponsable de sus actos.
Tras las intervenciones, los jurados, se retiraron a deliberar a las 3 de la tarde. Rachel Galtié, mientras tanto, en una pequeña habitación junto a la sala del tribunal habla despreocupada con el gendarme que la custodia y pide un cigarrillo que se le dio de inmediato.
Finalmente, tras una hora de deliberación sobre las 4 de la tarde, se llamó a la sala para la lectura del veredicto. El jurado declaró culpable a Rachel Galtié, pero teniendo en cuenta las conclusiones de los profesores de las facultades de Toulouse y Burdeos, consideraron que existían circunstancias atenuantes.
El tribunal condena a Rachel Galtié a veinte años de trabajos forzados en lugar de la pena de muerte.

Antes de salir de la sala del tribunal, Rachel le pidió a su abogado que fuera a verla mañana por la mañana.
Fue encarcelada en la prisión de Montpellier, una prisión para mujeres, donde fue apodada «la petite fauvette» pero desconocemos que más fue de ella.
Más información y fuentes:
Biblioteca Nacional de Francia
El tribunal del jurado en Estados Unidos, Francia y España
Cour D’Assises Du Gers; Mm Galtié, L’Empoisonneuse de Saint-Clair, Procès Célèbres de l’Année
Archives de l’anthropologie criminelle 1905
L’empoisonneuse de Saint-Clar, le journal du Gers
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