La Sierra de Francia, Las Ordenanzas de La Alberca y el Valle de las Batuecas

Desde el Santuario de la Virgen de la Peña de Francia a unos 1700 metros de altitud comenzamos una ruta por un verde laberinto natural de pueblos, montañas y ríos que componen la Sierra de Francia y el valle de las Batuecas en la comarca serrana más emblemática de la provincia de Salamanca. Sierra llamada de Francia en honor a que estas tierras fueron repobladas a partir del siglo XI por habitantes del norte de España y, especialmente, de colonos franceses atraídos por fueros beneficiosos dejándonos numerosos topónimos en la zona: Río Francia, Arroyo Francés, Nava de Francia, San Martín del Castañar y apellidos franceses que aun hoy atestiguan la herencia de aquellos repobladores: Martín, Gascón, Bernal, Griñón …

Es un viaje único entre leyendas, antiguas leyes y costumbres junto a bosques de castaños, robles, rebollos, acebos mezclados en las solanas con alcornoques, encinas, madroños, olivares, viñedos, cerezos y pinares que crean un conjunto digno de su mención como Reserva de la Biosfera, todo ello unido a seis municipios declarados conjuntos históricos artísticos: La Alberca, Miranda del Castañar, Mogarraz, San Martín del Castañar, Villanueva del Conde y Sequeros.

Mirador de Santo Domingo en la Peña de Francia

La Peña de Francia, una virgen encontrada y pleitos por las tierras

Cuentan que a principios del siglo XV una joven moza de la cercana localidad de Sequeros de nombre Juana Hernández profetizó la aparición de una virgen en estas tierras. Después de este anuncio, unos diez años más tarde, un joven estudiante de París, Simon Roland, comenzó a escuchar voces para pedirle que peregrinase hacia occidente en busca de una gruta donde estaba escondida una talla de una virgen.

Tras varios años de búsqueda por Francia, sin éxito, Simon llegó a España, donde en la sierra de los de Francia en el año 1434, encontró la talla románica (S. XII) de una virgen oculta en una cueva en lo alto de aquella sierra. Estaba escondida posiblemente por los cristianos protegiéndola de los musulmanes. En sus visiones le indicaban: «Simón, vela y no duermas, aquí cavarás y lo que hallares lo pondrás en lo más alto del risco y harás una solemne casa». Simon Roland terminó por ser llamado Simón Vela.

Vistas desde la Peña de Francia

Es de imaginar que aquella aparición de una imagen escondida y su historia fue un evento que resonó en todos los rincones de la ibérica. Un acontecimiento de esa índole suponía tremendos benéficos para la zona, pero también suscitó intrigas y luchas por poseer aquella porción de montaña olvidada.

Será el rey Juan II de Castilla en 1437 quien para evitar conflictos autorizó que los dominicos se instalasen en la Peña como guardianes del santo lugar y constructores de una iglesia y su convento.

Portada de la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia

Prueba de aquello es el pétreo rollo jurisdiccional del siglo XVI que hallamos en la plaza a la entrada del convento de Nuestra Señora de Peña. Presidido por una cruz, a sus pies los escudos reales y de los dominicos junto a la figura de un preso con cadena al cuello nos demuestra que aquel lugar estaba bajo la jurisdicción de la orden dominica y la autoridad de su Prior. Es el privilegio de jurisdicción civil y criminal otorgado en Medina del Campo el 13 de enero de 1445 por el rey Juan II:

«eximo y tengo por eximida la dicha Peña de Francia, en que está situado y colocado dicho monasterio con sus pertenencias y adyacencias, y el distrito de ella, para que la dicha Peña con lo susodicho, y todo, y los que en él moraren, o vivieren, o estuvieren, sea jurisdicción por sí, y sobre sí, exemptos, y no sujetos, ni obligados civil ni criminal de cualesquiera jueces… salvo el Prior de dicho monasterio, y a la persona o personas que él nombraré, al cual y a los cuales doy autoridad y poder cumplido por la presente para ejercer la justicia y jurisdicción civil y criminal, mixto imperio, en la dicha Peña de Francia y en su circuito y distrito y adyacencias o pertenencias, y no otros algos»

Detalle del rollo jurisdiccional de la Peña de Francia. Figura del reo encadenado

El rey Carlos I fue quien confirmó el privilegio de exención y mandó construir el rollo que simboliza la exención de jurisdicción en 1521, pese a ello, tanto el concejo de la localidad de Ciudad Rodrigo, los duques de Alba, señores de la Granadilla, los condes de Miranda del Castañar como los obispados de Ciudad Rodrigo, Salamanca y Coria pretendieron la Peña de Francia y sus terrenos para su término y jurisdicción.

Las pretensiones de jurisdicción, límites, lindes y términos no cesaron y numerosos pleitos se abrieron tanto por demanda de los dominicos como de los señores, alcaldes y concejos de otros lugares para reclamar la posesión de tierras de las que se discutía la pertenencia al convento. Es por ello que, pese a que los dominicos tenían garantizada la jurisdicción propia, existen en el archivo de la Real Audiencia y Cancillería de Valladolid diversas y variadas ejecutorias por intromisiones en la jurisdicción de los dominicos y por deslindes y amojonamientos de los términos y propiedades del convento hasta bien entrado el siglo XVII.

Plano de la Sierra de Francia Colección de Óleos y dibujos del Archivo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, usado para delimitar términos y jurisdicciones en la zona. S. XVIII-XIX

Este privilegio de jurisdicción fue confirmado por el rey Felipe II en 1561 y por distintos reyes españoles hasta el siglo XIX. En cuanto al plano jerárquico y jurisdiccional eclesiástico al que pertenencia el convento, es decir, si correspondía a la diócesis de Salamanca, Ciudad Rodrigo o Coria, se optó por considerar aquellas tierras nullius diocesis, aunque más tarde acabará perteneciendo a la diócesis de Salamanca, si bien, incluso hoy encontramos alguna noticia actual reivindicando su incorporación a la diócesis de Ciudad Rodrigo.

A lo largo del siglo XV fue acabado el Santuario de la Peña de Francia y el convento anexo para albergar la imagen mariana, recibir a los peregrinos y ser morada de los religiosos. La iglesia de la Peña de Francia es de estilo gótico sin ornamentaciones y consta de tres naves. Tras diversas reformas, la portada y torre son de estilo neoclásico y fueron construidas en el siglo XVIII. El interior del santuario está presidido por la imagen actual de Virgen de la Peña de Francia, escultura de 1890 que contiene en su interior los restos de la primigenia talla que fue robada en 1872 al quedar el convento en abandono tras el período de desamortización en España. Fue devuelta años más tarde en 1889, pero la talla quedó muy deteriorada. Los dominicos regresaron en 1900 para continuar haciéndose cargo del santuario.

Junto a la iglesia se puede acceder al convento donde encontraremos el aljibe llamado pozo verde y el refectorio junto a otras salas conventuales. En el patio, junto al rollo, localizamos varias capillas como la de Santiago o la Capilla de la Blanca del siglo XVI edificada sobre la cueva donde Simón Vela encontró la imagen de la Virgen. Además, el edificio junto a la iglesia es una hospedería con tienda y restaurante.

Dejando la Peña, llama atención una edificación con una gran torre: no es otra cosa que un enorme repetidor de antena de televisión que amplifica la señal para varias provincias que fue instalado en los años setenta.

La Alberca y sus ordenanzas

Tras bajar por la serpenteante carretera de la Peña de Francia, en las estribaciones de la misma, a unos pocos kilómetros, rodeado de bosques de castaños y robles, encontramos el famoso y turístico pueblo de La Alberca, declarado por decreto de 6 de septiembre de 1940 el primer conjunto histórico-artístico español.

Sus calles quebradas y casas centenarias sobre mampostería de piedra con entramados de madera junto a las inscripciones de los dinteles nos provocará el contraste con los balcones floridos y el sonido de albercas de agua fresca. Su arquitectura nos trae recuerdos de la Edad Media europea y la técnica de pan de bois, posiblemente traída por aquellos franceses que dieron nombre a esta sierra, pero con su propio carácter mezcla de las distintas culturas que se establecieron en este lugar.

Su plaza mayor rectangular, donde destaca la imagen del crucero sobre la fuente, reúne los edificios civiles más importantes de La Alberca: El Ayuntamiento y la Casa Ducal. Alrededor de ellos tienen lugar gran parte de los eventos en las fiestas de la localidad. El edificio del consistorio en un lateral del centro de la plaza con soportales de piedra aloja en su parte baja la antigua cárcel, hoy oficina de turismo. La Casa Ducal, actualmente teatro, nos recuerda el pasado de la localidad como lugar de señorío perteneciente a la casa de Alba al ser una de las poblaciones que integraban las Tierras de la Granadilla desde 1446 hasta 1837, tierras que incluían a la histórica comarca de las Hurdes extremeñas.

La iglesia de la Alberca, Nuestra Señora de la Asunción, comunicada con la plaza mayor por diversas calles, se abre a otra plaza que la ocupa. El actual templo es del siglo XVIII, edificado sobre uno anterior de la que se conservan algunas bóvedas de estilo gótico, su torre nos recuerda a un torreón de una fortaleza, destacando en su interior varias capillas, retablos y su púlpito del siglo XVI. En el exterior junto a la torre encontraremos la esquina de las ánimas.

Anuncios

Las Ordenanzas de La Alberca de 1515

En este emplazamiento, en el pórtico antiguo de la Iglesia fue donde los habitantes de La Alberca constituidos en concejo abierto el 17 de septiembre de 1515 aprobaron las ordenanzas por las que se regirían las vidas a nivel local, con el consentimiento del duque de Alba. Las ordenanzas recogían antiguos usos y costumbres de la zona y fueron un tipo de normativa muy extendido en toda la península, pero con sus propias peculiaridades dependiendo de cada lugar y formas de medios de vida.

En el caso de las ordenanzas de La Alberca tienen un marcado carácter de defensa medioambiental, no en el sentido actual, sino encaminadas a la protección y conservación de recursos naturales por subsistencia. Por ejemplo, destaca la protección de los árboles, diferenciando normas por cada tipo de árbol. Así, las ordenanzas de La Alberca nos hablan de los castaños, el árbol más importante de la zona tanto por su fruto como por su madera para la construcción, de los robles, encinas y alcornoques, indicándonos cómo se debían gestionar sus recursos: el corte de su leña, repoblación, cuidados, fuego, etc. bajo penas de multa en caso de incumplimiento:

«XXVI Castañales: Otrosi ordenamos que qualquiera persona que cortare o desmebrare castaños en la dehesas del concejo que pague de pena los siguiente: si cortare o desmochare castaño grande de principal e caudal que pague cada pie quinientos marabedis e que no goze de la madera de dicho castaño …»

« XXXII Robles: Otrosi ordenamos que qualquier persona que cortare roble que sea de grueso mas que un muslo de un hombre, e lo descascare o acernadere por manera que se seque, pague de pena cien marabedis al concejo …»

qualquiera que puniendo fuego adrede quemare algun castaño o encina o alcornoque e roble que caiga en la pena arriba contenida

Ordenanzas de la Alberca
Ruta de los castaños centenarios en la Sierra de Francia

«CXLII Otrosi ordenarnos que todo el termino amoxonado por las personas
quel concejo eligio, que ansi mismo fue sorteado, ponga cada vecino diez castanos e mas, si mas quisiere, e lo que ansi le cupo y el que no to escogiere caiga en pena a nos, el dicho concejo, de mill maravedis e diez maravedis al arrendador por cada pie que no pusiere.»

« XXX Castanales e encinales e alcornoques: Otrosi que qualquiera que puniendo fuego adrede quemare algun castaño o encina o alcornoque e roble que caiga en la pena arriba contenida por cada pie por la forma e manera en las arriva contenidas »

Si en la actualidad paseamos por los bosques de la Sierra de Francia o por los alrededores de La Alberca, encontraremos castaños centenarios, robles, alcornoques, encinas y olivos que aun hoy son fundamentales en la economía de esta zona tanto por su utilidad como por el gran atractivo turístico que sabiamente los antepasados de albercanos supieron valorar y conservar.

Igualmente, las ordenanzas de La Alberca regulaban las plantaciones y cosechas de viñas y su comercio y que encontramos hoy en la zona con la autóctona uva rufete usada para elaborar el vino de esta tierra. En las ordenanzas de La Alberca se dedicaban unas 16 normas al vino.

«XLVI Capytulo e ordenanza de las Biñas: Otrosi ordenamos que todos los vecinos deste dieron lugar que coxen o coxieron vino en Sotoserrano, o en Zepeda, donde tubieran sus biñas … siendo de su cosecha, que no lo puedan bender a vecino de fuera parte, sin licencia del concejo. …»

También, se ordenaban las colmenas por la importancia del comercio de la miel y cera, la venta de pan, el corcho de los alcornoques, la madera, el agua, sus usos y contaminación, las obras en las casas, ruidos, juego, pesos y medidas, pesca, conservación de caminos, bodas y regalos de los convidados, composición del concejo y salarios, limpieza de la plaza, y, por supuesto, el ganado caprino y porcino tan famoso en esta región. Las ordenanzas de La Alberca están compuestas por un total de 163 capítulos.

Y es que «Las ordenanzas fueron fruto de las necesidades reales de los concejos, lo que hace que tengan una frescura de la que carecen otros textos, jurídicamente más relevantes, como son los Fueros mismos» (Laredo Quesada Las ordenanzas locales S.XIII-XVIII). Fueron un intento de igualar en derechos comunes a los habitantes de las zonas (colectivismo) imponiendo restricciones en el comercio de productos locales a los extraños, incluso regulando un derecho de retracto de 9 días tras la venta del inmueble a un vecino de fuera parte:

«CLVIII. Ordenanza de las Heredades. Otrosi ordenamos que si algun vecino deste lugar o su pertenencia vendiere alguna casa o heredad rraiz a algun vecino de fuera parte, que si algun vecino del dicho lugar lo quisiere e de su pertenencia por el tanto que la pueda aver dentro de nueve dias despues que la tal benta se hiciere o el que conprare la tal heredad sea obligado a la dexar sin pleito ninguno pagandole primero lo que dio por la tal heredad.»

Estas ordenanzas se aplicaron a las tierras y pueblos de la Granadilla como señorío del Duque de Alba incluida la comarca de las Hurdes y que provocaron frecuentes pleitos entre los pueblos de las Jurdes o Hurdes y La Alberca por imposición de estas restricciones y cargas de los que se tiene noticia hasta finales del siglo XVIII cuando estas ordenanzas dejan de estar en vigor o dejan de aplicarse, olvidadas o contrarias a las nuevas normas de la monarquía, aunque muy posiblemente, algunas de ellas continuaron vigentes en las propias costumbres de los albercanos hasta bien entrado el siglo XIX. Incluso algún autor en relación con las Hurdes consideran que las Ordenanzas de La Alberca «fueron una fuente legitimadora de la violencia física con que el consistorio explotaba los recursos de Las Hurdes (…) hasta una fecha inconcreta más allá de 1829.» (David Matías. De las Ordenanzas (1515) de La Alberca a la Tierra sin pan (1933) de Buñuel breve historia cultural de la dominación de Las Hurdes).

En este enlace es posible descargar completas las Ordenanzas de La Alberca y sus términos Las Hurdes y Las Batuecas publicadas por Berrogain, Gabrielle en 1930 en el Anuario de Historia del Derecho Español que recoge una copia de las ordenanzas en 1668.

Mapa de la Tierra de Batuecas, de las Jurdes y Sierra de Francia de 1826

La Alberca esconde por sus calles diversos escudos, símbolos e inscripciones que merece la pena ir descubriendo como el dintel de la casa de la Inquisición en la calle Chorrito con la representación de la cruz, la espada y olivo, donde en una casa cercana vivió el famoso Simón Vela quien halló a la virgen de la Peña de Francia. Igualmente, merecen una visita las pequeñas ermitas que rodean La Alberca como las de San Blas, San Antonio, la del Humilladero o la de Majadas Viejas.

El Valle de las Batuecas

Dejando La Alberca y tras pasar por el centro de interpretación de Casa del Parque las Batuecas-Valle de Francia, iremos a la búsqueda del perdido valle de Batuecas para entrar en otro mundo que como el diccionario de la Rae indica «estar en las Batuecas» viene a ser: estar distraído y ajeno a aquello de que se trata, es decir, como estar en Babia. El descenso del valle nos asombra entre enormes alcornoques, pinos y encinas, hasta llegar al lugar donde se encuentra el Monasterio de las Batuecas, o Desierto de San José fundado por licencia de 6 de abril de 1599 en terrenos donados por el Duque de Alba.

Anuncios

Una pequeña ruta accesible y bien indicada, siguiendo el río Batuecas, nos llevará el monasterio que no podremos visitar, ya que es lugar de retiro exclusivo para sus monjes carmelitas y hospedados. Pero junto al río podremos llegar a las pequeñas ermitas que se reparten por la montaña e intentar comprender la vida de los ermitaños, ya que este monasterio es unos de los pocos donde aún se practica la vida eremítica en el mundo siguiendo los ideales de Santa Teresa de Jesús.

Desde el mirador de San José podremos tener una vista desde alto del convento que pasó siglos de esplendor desde su fundación hasta mediados de siglo XVIII (1755) cuando un incendio lo destruyó en buena parte. Más tarde, durante la Guerra de Independencia el convento sirvió de refugio a los habitantes de La Alberca y no sufrió daños. Durante la desamortización fue desmantelado y en 1872 un nuevo incendio arrasó parte de su iglesia. Fue restaurado en 1937 hasta el regreso de la orden a los carmelitas en 1950.

La posición de esta vega en el fondo de las montañas, al paso que sirve para alimentar una vegetación admirable, hace que sea el terreno desigual, prestando por lo mismo á aquella un carácter vario, singular y ameno; ofreciéndose un paisaje que engaña la vista, y recrea con tanta variedad de colinas, peñascos y cascadas que contrastan singularmente con los matices y esmaltes de los diferentes árboles que en todas partes crecen.

J. ARIAS JIRÓN

Este lugar ha sido ensalzado a la categoría de legendario gracias, no sólo por lo apartado de su geografía, sino por permanecer «desconocido» hasta el siglo XVI. Unos cuentan que su descubrimiento fue cosa de unos cazadores, otros porque un hombre y una mujer sirvientes del duque de Alba se enamoraron mutuamente, y para evitar la cólera del señor huyeron a estas montañas para que nadie jamás los encontrara. Los huidos del duque descubrieron un hermoso y profundo valle habitado «por hombres sin religión alguna, casi desnudos, que hablaban una lengua desconocida, en que se notaban palabras pertenecientes a la de los godos.»

Las Batuecas refiriéndonos también a las Hurdes estaban aisladas e ignoradas con habitantes que los de ciudad y corte consideraron salvajes, pobres e incultos desatando las historias, cuentos y leyendas en la España de la Edad Moderna que autores como Lope de Vega en Las Batuecas del duque de Alba y más tarde en el siglo XIX con Juan E. Hartzenbusch o Madame de Genlis supieron aprovechar para trazar sus historias basándose en las leyendas negras de estas escondidas tierras.

Para Montesquieu el desconocimiento de los españoles de regiones propias del país le sirvió para ampliar la leyenda negra contra España y su falta de Ilustración, ya que los españoles «han hecho enormes descubrimientos en el nuevo mundo y todavía no conocen su propio continente (…) hay en sus costas puertos todavía sin descubrir y en sus montañas regiones totalmente desconocidas», tal como escribió en sus Cartas persas (1721) (carta 78 -143), evidentemente refiriéndose a las Batuecas. Todo ello pese a que desde España también fue desmentida la falta de conocimiento de esta región como por ejemplo en 1693 escribió Tomás González de Manuel e intentó explicar en su «Verdadera relación y manifiesto apologético, de la antiguedad de las Batuecas y su descubrimiento» alejándose de leyendas infundadas.

Vista del monasterio de las Batuecas

El final de nuestra breve ruta por el valle de las Batuecas termina siguiendo el río Batuecas hasta varias pozas y las pinturas rupestres del Canchal de las Cabras Pintadas que nos indica las fechas del auténtico descubrimiento de estos valles y montañas por el hombre en tiempos prehistóricos.

Más información y fuentes:

Santuario de la Peña de Francia: historia por Alberto Colunga

https://www.ciudadrodrigo.net/2021/03/30/la-pena-de-francia-y-ciudad-rodrigo-por-jose-ignacio-martin-benito/

“Documentos. Ordenanzas de La Alberca y sus términos las Hurdes y
las Batuecas”. Anuario de Historia del Derecho Español, VII (1930) BERROGAIN, G

Las Ordenanzas Locales como fuente para la Historia Ambiental durante el Antiguo Régimen en Extremadura. Alfonso Rodríguez Grajera

Las ordenanzas locales. Siglos XIH-XVIII. Miguel-Ángel LADERO QUESADA

http://blogdeurbanomartin-umah.blogspot.com/2008/05/ordenanzas-de-la-alberca-de-1515-i.html