«Antiquísima, y fuerte ciudad de Cartagena (…) al costado de un ribazo de un monte ceñida de buenas murallas, defendidas por torreones, y un alcázar, que la domina (…) Su puerto es el mejor que se conoce en el Mediterráneo, y de los más célebres, y seguros del mundo, muy capaz, y hecho en forma de una herradura, por lo que solía decir aquel famoso almirante Andrea Doria, que solo conocía tres puertos seguros: los dos meses de junio y julio y Cartagena (…)» Bernardo Espinalt y García. Altante español 1778-1795.
Esta descripción de Cartagena nos introduce en la trimilenaria historia de la ciudad. Nos produce vértigo intentar dar unas pinceladas de Cartagena pero en esta primera visita a la ciudad intentaremos acercarnos a varios de sus monumentos y museos para comprender mejor parte de su historia y encontrar algunas historias jurídicas. Saldremos desde del puerto de Cartagena y veremos: el teatro romano y la antigua catedral, el Museo Naval y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) y el caso Odyssey.


Comprender la ciudad de Cartagena
Delante del puerto de Cartagena, nos imaginamos aquel mar Mediterráneo dominado por las dos potencias enfrentadas durante los primeros siglos antes de Cristo: Cartago y Roma. Los cartagineses serán «empujados» hacia occidente estableciéndose en las tierras de Iberia que se convertirá en un nuevo escenario de las Guerras Púnicas. Los de Cartago fundaron colonias, pactaron y sometieron a los pueblos preexistentes.
Este fabuloso puerto entre colinas fue elegido por Asdrúbal, sucesor de Amílcar Barca, el padre de Aníbal, para fundar en el año 227 antes de Cristo Qart Hadasht, la Ciudad Nueva. La ciudad de Cartagena con su extraordinario puerto natural se convirtió en un bastión militar inexpugnable. Cartagena será el centro operativo del ejército púnico. De ella partió Aníbal con sus elefantes hacia la conquista de Italia cruzando los Alpes durante la Segunda Guerra Púnica en el año 218 a. C.
En defensa contra el ataque de Aníbal, Escipión el Africano, Publio Cornelio Scipio, se hará con la ciudad de Qart Hadasht hacia el año 209 antes de Cristo comenzando una nueva era para la ciudad que fue llamada a partir de entonces Carthago Nova. A Escipión le será ofrecida como reparto del botín una bella joven celtibérica que rechazará liberando a la joven y a los rehenes celtiberos que los cartagineses retenían en la ciudad consiguiendo el favor de estos pueblos. Con este episodio de continencia o clemencia comienza la expansión de Roma por la península ibérica. Hoy se celebra esta conquista de la ciudad en las fiestas de interés turístico internacional de Carthagineses y Romanos.

La ciudad de Cartagena conquistada por los romanos, se convierte en el principal puerto comercial de Hispania hacia Roma. El comercio de todo tipo de productos unido a la explotación de las cercanas minas de plata y plomo que rodean la ciudad de Cartago Nova la elevan al rango de colonia de derecho romano hacia el año 44 a.C. El título de Colonia Urbs Iulia Nova Carthago conllevaba un estatus privilegiado similar al de un barrio de Roma. De tal forma, Cartago Nova contó con una asamblea de cien ciudadanos o decuriones, al modo del senado romano. Será una etapa de desarrollo urbanístico arquitectónico y cultural extraordinario bajo el gobierno del emperador Augusto (63 a.C. a 14 d.C) y sus sucesores.
Cartago Nova es convertida en capital del convento jurídico cartaginense que abarcaba una enorme extensión de territorios y pueblos, incluidas las islas Baleares. Hispania estaba dividida en provincias y, a su vez, en subdivisiones jurídicas llamadas conventus iuridicus que vendrían a ser la sede de una audiencia judicial compuesta por ciudadanos donde debían acudir los habitantes para realizar actos jurídicos y resolver pleitos. La organización judicial en las colonias descansaba en los magistrados locales (douviri, quatoviri) y en las provincias en el gobernador con apoyo del conventus iuridicus.

Con la reforma administrativa de Diocleciano hacia el 297 d.C Cartagena es nombrada capital de la provincia cartaginense y, más tarde, en el siglo VI, tras la conquista del sur oriental peninsular por Justiniano I a los visigodos, Cartago Nova será Carthago Spartaria, designada como capital de la nueva provincia bizantina de Spaniae.
Durante la Edad Media, la conquistaron los árabes y la llamaron Qartayannat al-Halfa hasta que fue reconquistada por Fernando III de Castilla, el Santo; pasó al poder del rey Jaime de Aragón; luego volvió a pertenecer a Castilla bajo Alfonso X Sabio en 1272. Fue reincorporada a la corona de Aragón en 1304 y después definitivamente vuelve a Castilla.

De este puerto salió en 1509 la expedición comandada por el cardenal Jiménez de Cisneros que tomó la ciudad de Orán; base de galeras reales, el rey Felipe II armó parte de su escuadra en Cartagena para lanzarla contra los turcos en Lepanto; durante la Guerra de Sucesión el conde de Santa Cruz hizo que se entregase la ciudad a la escuadra anglo-holandesa, siendo conquistada más tarde por el duque de Berwick; Felipe V la nombró capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo y se construyeron grandes sistema defensivos con Carlos III; Cartagena fue una de las primeras ciudades en levantarse contra los franceses en la Guerra de Independencia.

En el siglo XIX Cartagena fue un cantón independiente del resto de España. Resurge en el siglo XX con la explotación minera que le otorga aires modernistas, luego la industria petroquímica la enriquece y contamina pero en los años 1980 – 90 la ciudad entra en una horrible decadencia por la reconversión industrial, convirtiéndola en un lugar de edificios abandonados y zonas marginales.
Sin embargo, durante 1998 cuando se comienzan a realizar operaciones para actualizar y recuperar la ciudad, se descubre durante unas obras la existencia del teatro romano que había permanecido oculto bajo una superposición de construcciones posteriores, desencadenando toda una serie de actuaciones arqueológicas que cambiaran la ciudad hacia un nuevo enfoque cultural. Se potencia una espectacular recuperación de lugares arqueológicos que existían y otros que van apareciendo por toda Cartagena como la plaza del foro, las termas, el parque del Molinete, donde se presume estaba el palacio de Asdrubal…. Actuaciones a las que se le suman espacios museísticos que han convertido Cartagena en una ciudad referente del turístico cultural en toda Europa, incluso, como escala de cruceros.
El Teatro Romano de Cartagena y la Lex Iulia
Theatralis

De la época de Augusto es el teatro romano de Cartagena construido entre los años 5 -1 a.C. Está dedicado a Lucio y Cayo Césares, hijos adoptivos del emperador Augusto y posee un aforo de 7.000 espectadores. El teatro romano de Cartagena es uno de los grandes teatros romanos del Mediterráneo, por ejemplo, el teatro de Marcelo en Roma poseía una capacidad de 15.000 espectadores, lo que nos da una idea de la importancia de la ciudad de Cartagena.
El teatro romano de Cartago Nova ha sido puesto en valor mediante un proyecto del arquitecto Rafael Moneo.
Usando como entrada el Palacio Pascual de Riquelme, frente al Ayuntamiento, Moneo consigue llevarnos por una serie de pasillos, escaleras mecánicas y túneles con estancias y zonas de exposiciones a conocer la historia del teatro y la ciudad romana de Cartago Nova. Veremos cómo se excavó y las piezas encontradas de todas las épocas. Tras recorrer estos espacios, llegamos al impresionante teatro, uno de los mejor conservados.





El teatro en el mundo clásico poseía diversas funciones: artísticas, lúdicas, religiosas y de propaganda política del emperador y su familia.
Las partes arquitectónicas que encontramos en el teatro romano son:
Las gradas (cavea) (1): Semicírculo donde están los asientos de los espectadores. Sus dimensiones en Cartagena son 87,90 metros de diámetro, dividida en sectores o cunei con 5 escaleras. Se divide a su vez en tres partes: La ima cavea la más cercana a la representación. Tras ella, la media cavea; y es la summa cavea, la parte más elevada (3). Sobre la cavea podía extenderse una especie de toldo velarium. El praecintio (2) es el pasillo divisor de zonas en la cavea. La Orquestra (6) es el semicírculo frente a la escena y las primeras gradas de la cavea.

La escena (scaena) (7) es el escenario, con su proscenio (proscaenium) o tablado de madera. El frons scaenae (8): frente de escena con un muro columnado junto a estatuas. Por último el pulpitum o centro del escenario. En el frons scenae había tres puertas de acceso: una central y dos a su derecha e izquierda, que servían como entradas y salidas a los actores configurando la trama de la representación. La zona trasera de la escena se le llama postcaenium. Finalmente, el porticus post scaenam es el espacio tras el teatro ajardinado y porticado (9) espacio que servía para resguardarse del mal tiempo y como zona de espera a los actores.
Pulsa en enlace para hacer una visita 3d del Teatro Romano de Cartagena
LEX IULIA THEATRALIS
Tal división y partes del teatro en la antigua Roma no son fruto de la casualidad. Roma era en gran medida una sociedad altamente política y socialmente dividida en la que cada ciudadano pertenecía a un grupo u ordo separado, por ello, en el importante mundo romano de los espectáculos públicos la sociedad se ve reflejada, de ahí que la diferenciación y separación de asientos por clases sociales fuese regulada por leyes que configurarán los espacios escénicos como los teatros o anfiteatros para que su construcción y su uso fuese diferenciado entre distintos tipos de espectadores. A todo ello se le une que cuanto más lejos de la escena peor era la visión y la audición de la representación.
Cada vez que se realizaban espectáculos públicos, la primera fila de asientos quedaba vacante para los senadores. Ya en 194 a. C., mucho antes de que se erigiera en Roma el propio anfiteatro permanente, a los senadores se les concedió el derecho de sentarse por separado del resto de la audiencia en la orquesta y, de esta forma, protegerse de las peleas y disputas de la plebe que, en ocasiones, sucedían durante los espectáculos. En el año 67 a. C., a los equites fueron asignados las primeras 14 filas en el teatro por el Lex Roscia Theatralis.

En Hispania la disposición de asientos anterior a Augusto es citada en la Lex Coloniae Genetivae de Urso o Lex Ursonensis (Ley de Urso) actual Osuna, Sevilla. Colonia fundada hacia el 43 a. C. Esta Lex Ursonensis proporciona asientos reservados en todos los espectáculos de la colonia para los decuriones locales, pontífices locales y augures.
Sin embargo, será en tiempos del emperador Augusto cuando se promulgue hacia el año 17 a.C la Lex Iulia Theatralis, actualizando la Lex Roscia, cuyo fin era regular la distribución de asientos y tuvo, sin duda, influencia en la construcción del teatro romano de Cartagena.
Según el Lex Iulia, las prestigiosas primeras filas estaban reservadas para los miembros del Senado. Detrás de la sección de senadores en la ima cavea debían reservarse catorce filas para caballeros equites – ordo equester. Las dos primeras filas estaban reservadas para el tribuni militum y ex-tributum. Por encima de estas filas la sección para los ciudadanos romanos libres, los plebeyos, que estaban situados en la cavea media. La sección final y superior, la llamada summa cavea, estaba reservada para esclavos y clases desfavorecidas, así como, mujeres y niños, excepto las vírgenes vestales a las que se les permitía sentarse en una de las tribunas. El teatro romano de Cartagena posee en el ima cavea 17 gradas aumentando las previstas en la Lex Roscia. En los asientos, incluso, se realizaban grabados con epígrafes con los nombres de las personalidades.


Suetonio narra el motivo que llevó a la creación de la Lex Iulia Theatralis: «La manera de asistir a los espectáculos no podía ser más desordenada y negligente; Augusto la corrigió y la sometió a un reglamento, movido por la ofensa hecha a un senador que, en Pozzuoli, durante unos juegos concurridísimos, no había hallado a nadie que le hiciera sitio entre el numeroso concurso de espectadores. Por consiguiente, se promulgó un decreto del Senado por el que debía reservarse a los senadores la primera fila de asientos cada vez que se diera en cualquier parte un espectáculo público, y prohibió que en Roma ocuparan los asientos de la orquesta los embajadores de los pueblos libres y aliados, pues se había dado cuenta de que incluso se enviaba a algunos de la clase de los libertos. Separó a los soldados del pueblo. Asignó a los plebeyos casados unas gradas especiales, así como su propia sección a los que todavía vestían la pretexta y la contigua a sus preceptores, y prohibió ocupar las gradas centrales a toda persona vestida de oscuro. En cuanto a las mujeres, no les permitió presenciar ni siquiera los combates de gladiadores, que desde hacia tiempo era habitual que presenciaran mezcladas con el público, sino desde las gradas más altas y ellas solas. Dio a las vírgenes vestales un asiento aparte en el teatro, frente al estrado del pretor» (Augusto 44, 1-3)
Enlazamos una escena de la película Ágora de Alejandro Amenábar de 2009 donde aparece una representación teatral que nos hará imaginar cómo podría ser el teatro de Cartagena.
La Catedral de Cartagena, una sede con nombre pero sin obispo y un traslado ilegal
Antes de abandonar el teatro romano, en lo más alto de la cavea veremos la que fue Catedral de Santa María la Vieja o Catedral Antigua de Cartagena.
Una ciudad con la categoría de Cartagena no podía ser imaginada durante los primeros siglos de la expansión del cristianismo sin ser sede episcopal. Una leyenda, incluso, sitúa en Cartagena hacia el siglo I d.C el lugar de llegada del apóstol Santiago a Hispania para comenzar su predicación y donde nombró a su primer obispo. Este edificio dedicado a Santa María no tiene fijada una fecha exacta conocida de su construcción pero es nombrado tras la Reconquista de la ciudad por Fernando III en 1245 y el restablecimiento de la diócesis de Cartagena.

Si bien, la sede de la diócesis fue trasladada a la ciudad de Murcia en 1291 por petición el obispo Magaz con consentimiento del rey Sancho IV, hijo de Alfonso X, y autorización por bula del Papa Nicolás IV (1288-1292) pero manteniendo el nombre de diócesis de Cartagena. El motivo del traslado, no fue otro que la falta de seguridad personal del obispo y su cabildo ante las incursiones musulmanas por mar y tierra al estar la ciudad cerca de la frontera y, además, existir escasa población y poco devota.
El traslado de una sede episcopal debía ser un asunto realmente trascendental, si bien, las causas indicadas nunca han sido aclaradas provocando una reivindicación histórica de la ciudad de Cartagena frente a la de Murcia a la que acusan de usurpar la sede episcopal con importantes consecuencias económicas. Toda esta historia del traslado se basa en una bula papal de 1289, el problema es que parece ser, por recientes estudios, que el traslado fue ilegal, contraviniendo el derecho canónico y, lo que es peor, no existe bula papal alguna autorizando el traslado a la ciudad de Murcia. Ciertamente, el traslado obedece a muy diversos motivos y tramas políticas – eclesiásticas que bien darían para una interesante película. El Vaticano no autorizó el traslado tan solo ordenó realizar una investigación de lo indicado por aquel obispo asustado. Entre otros, estudios, destaca el trabajo del Doctor Iván Negueruela que ha resumido en un interesante libro: Murcia por una Mitra cuyo objetivo es demostrar la ilegalidad e, incluso, interponer acciones judiciales ante los órganos eclesiásticos del Vaticano a fin de obtener el regreso del obispado a la sede episcopal originaria.
Si el traslado de la sede obispal supuso un enorme perjuicio a la ciudad, muchos siglos más tarde, durante la Guerra Civil española, la Vieja Catedral de Santa María, reformada en el siglo XIX, fue bombardeada y actualmente es de las pocas iglesias que no fue reconstruida tras la contienda, encontrándose en ruinas a la espera de su puesta en valor.
EL MUSEO NAVAL DE CARTAGENA Y EL SUBMARINO DE ISAAC PERAL. LA PENA DE GALERAS. EL ANTIGUO CUARTEL DE PRESIDARIOS Y ESCLAVOS.
Tras la visita al teatro romano, regresamos al cercano puerto donde se encuentra el Museo Naval de Cartagena instalado en el antiguo Cuartel de Presidiarios y Esclavos, construido hacia 1786 por el ingeniero Mateo Vodopich. El edificio ha pasado por diversos usos como Centro Penitenciario del Estado (1824), Presidio (1910) o Cuartel de Instrucción de Marinería (1946-1998). En su etapa como cárcel llegó a albergar a más de 2000 presos. En la actualidad, es Museo Naval y comparte instalaciones con la Universidad de Cartagena.

Galeotes y galeras
Cartagena es historia de la Armada, es la historia de la navegación y de sus embarcaciones. Cartagena fue base de galeras, la embarcación de guerra a remos que durante los siglos XVI y XVII protagonizó cientos de batallas como la de Lepanto. Los remeros o chusma de las galeras podían ser buenas boyas, es decir, voluntarios a sueldo, esclavos (morisco o cristianos) y forzados o galeotes, es decir, condenados por un tribunal. Las penas durante el Antiguo Régimen en toda Europa fueron muy crueles y duras, si bien, durante el Renacimiento se pensó en suavizarlas, especialmente, las consistentes en mutilaciones o penas de muerte y, sobre todo, obtener beneficio de los reos.


En España durante el reinado de Carlos I en 1530 se introduce en la legislación el régimen de galeras. La pragmática 31 enero 1530 contenía el modo para organizar el sistema de la pena de galeras; «Ordenamos a los alcaldes de Justicia que se encarguen de las personas condenadas o susceptibles de ser condenadas a penas corporales, sea a la pérdida del pie o de la mano, sea a la relegación perpetua o a otras penas equivalentes, y que por una conmutación de pena les envíen a galeras durante el tiempo que juzgasen conveniente, pero no menos de dos años a no ser que no sea indispensable de no hacer la dicha conmutación.»

A partir de este momento, se suceden distintas normas para asegurar el reclutamiento y la disciplina en las galeras tanto por Felipe II, en 1552 y 1566; por Felipe III, en 1611, de tal forma, que las condenas a galeras se multiplican contra personas de etnia gitana, moriscos o vagabundos, a los que se enviaba a cumplir pena como delincuentes vagos sin oficio. A ellos, se les unían los blasfemos y bígamos condenados por la Inquisición. También hubo levas obligatorias para cubrir puestos en tiempo de guerras. Normalmente, la duración de la pena era de 2 a 10 años, mínimo dos para convertir en un buen galeote al recién llegado y más de diez años serían devastadores para el condenado. La vida en la galera para los forzados era enormemente penosa: encadenados y en condiciones higiénicas lamentables, todo ello unido al esfuerzo al remo con una alimentación basada en el bizcocho o galleta, un pan dos veces cocido con harina molida en los molinos que rodeaban Cartagena. Enfermedades, latigazos, infecciones e insectos y plagas, así como los combates terminaban con la vida y penas de los galeotes.


La paz de Aix-laChapelle en 1748, fue la señal de la decadencia de galeras en España y en Francia. Al año siguiente, 1749, por Sanción de la Real Cédula de 14 de octubre, Fernando IV sustituyó la condena de galeras por el trabajo en las minas de Almadén o el envío a presidios de África. El rey Carlos III hacia 1771 ordenó que se emplease a los condenados a galeras en la reparación y construcción de navíos en los arsenales de Cádiz, Cartagena y el Ferrol.
Si bien, el rey Carlos III por Real cédula de 1784, restableció el régimen de galeras ante los ataques piratas argelinos a fin de impedir sus rapiñas, «he resuelto restablecer las galeras en mi Marina Real y he dado las órdenes necesarias para armarlas en Cartagena según los medios conducentes».


Finalmente, Carlos IV por Real Orden de 30 de diciembre de 1803 ordenó el cese de la condena a galeras por falta de uso. Los tiempos cambian y comenzaba a aparecer en la escena naval el motor de vapor.
En Cartagena se conservan los Libros Generales de la Escuadra de Galeras de España del siglo XVII. Los Libros de Galeras son una recopilación de pasajeros de las escuadras de galeras, de los que se conservan unos 25 tomos. En ellos, conforme regulaba una Real Orden de 1557 ordenando la puesta en marcha de estos libros, se anotaban, tanto a la tripulación como a los forzados apuntándose sus rasgos, procedencia, juzgado que lo enviaba y tiempo de cumplimiento.

Un ilustre soldado de mar que conoció muy bien el mundo de las galeras fue el más universal de los escritores españoles, Dº Miguel de Cervantes Saavedra. Soldado del regimiento naval Tercio de don Lope de Figueroa. Miguel de Cervantes en 1571 participó en la batalla de Lepanto a bordo de la galera Marquesa perdiendo movilidad en su mano izquierda al recibir fuego de un arcabuz, de ahí que se le apodase como el «Manco de Lepanto». Luego hacia 1575, fue apresado a bordo de la galera Sol por los turcos en la Costa Brava, pasando 5 años prisionero en Argel, hasta que fue pagado su rescate. En 1605 Cervantes publicó el Quijote, donde dedica el capítulo XXII a los galeotes. Cervantes pasó por Cartagena en 1568 y 1581.

«Con esto poco a poco llegué al puerto
a quien los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto
y a cuyo claro y singular renombre
se postran cuantos puertos el mar baña,
descubre el sol y ha navegado el hombre»
Miguel de Cervantes Saavedra. Viaje del Parnaso (1614)
En el Museo Naval de Cartagena veremos mapas, banderas, armas, trajes, maquetas, proyectos …. más de 3.000 fondos. Más abajo podéis realizar una visita virtual al Museo con google maps. Sin duda, la pieza del museo es submarino de Isaac Peral. El genial invento se puede contemplar en su nuevo pabellón, una antigua instalación del arsenal y anexo al museo naval, tras estar expuesto durante años a la intemperie en la ciudad. Isaac Peral nació en Cartagena en 1851 y es considerado el padre del primer submarino eléctrico militar. Isaac Peral fue marinero, teniente de la Armada, científico, militar e inventor y fue «torpedeado» en su tiempo por necios políticos y corruptos personajes que desecharon su invento pese al éxito de las pruebas y su fiabilidad. El submarino fue botado por primera vez en Cádiz en 1888, si bien, alentada una campaña de desprestigio contra Peral, cursó baja de la Marina, muriendo en 1895.




Museo Nacional de Arqueología Subacuática. El caso Odyssey
En Cartagena tenemos la suerte de poder ver un tesoro recuperado a unos «piratas». En efecto, no podemos dejar de ir al interesante Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) también en la zona del puerto donde, en un moderno edificio, se exponen las piezas y monedas expoliadas por una empresa americana del fondo de mar donde fue hundida la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, a mil metros de profundidad al sur del cabo de Santa María en el golfo de Cádiz.

Las piezas, aproximadamente 600.000 monedas de época de los Borbones, en su gran mayoría del reinado de Carlos IV, fueron recuperadas mediante un largo proceso judicial ante los órganos judiciales de Estados Unidos, tras el evidente expolio y sustracción orquestada por la empresa cazatesoros Odyssey Marine Exploration.
El ataque a la escuadra de Nuestra Señora de las Mercedes
Nuestra Señora de las Mercedes era una fragata de la Armada Española que, tras un ataque de la armada inglesa a la escuadra de la que formaba parte, naufragó en aguas del Atlántico a principios del siglo XIX.
El 5 octubre de 1804, cuando se produjo el ataque, España estaba en paz con Inglaterra y Francia gracias a la firma del Tratado de Amiens en 1802, pacto que permitió a España la reanudación de las líneas comerciales marítimas con sus territorios de ultramar americanos. Pese a este acuerdo, Inglaterra de forma incomprensible y sin justificación atacó a la escuadra española compuesta por la fragata Nuestra Señora de las Mercedes y otras tres fragatas más, la Medea, Clara y la Fama. Como consecuencia del ataque, Nuestra Señora de las Mercedes se hundió y las otras tres fragatas fueron apresadas junto a su comandante José Bustamante. 249 tripulantes murieron en aquel ataque, incluidos, niños y mujeres. La escuadra española cumplía la misión de traer caudales y efectos de la Real Hacienda desde América a la Península por orden de Godoy, primer ministro del rey Carlos IV. Este ataque fue el antecedente inmediato de la batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805.

El caso Odyssey
Dos siglos después del hundimiento de Nuestra Señora de las Mercedes y tras el expolio del yacimiento marítimo, comienza en Estados Unidos, un complicado proceso entre Odyssey, España y «algunos otros propietarios».
En abril de 2007 la empresa Odyssey comunica el hallazgo de un importante tesoro, un cargamento de monedas localizadas en el océano Atlántico procedentes de un buque no identificado. En aquel momento, el tesoro se encuentra ya en Florida previo traslado desde Gibraltar. La empresa llama a esta operación Black Swan Project y lanza la noticia del hallazgo pretendiendo atraer a clientes interesados en comprar las piezas encontradas. Esta operación no es fruto del azar, llevan años buscando en archivos y realizando investigaciones en la zona del estrecho y costas portuguesas. El hallazgo lo notifica a Tribunal estadounidense del distrito de Tampa en Florida depositando un objeto como señal y ejercita una actio in rem con el fin de apropiarse el hallazgo conforme a la legislación de Estados Unidos. De tal forma, intenta que se le atribuyan los derechos sobre los bienes recuperados al considerar los objetos abandonados tras el naufragio y no reclamados. Además, pretende que quien tenga algo que alegar lo realice ante este tribunal de Estados Unidos. Igualmente, consiguió que la propia empresa Odyssey fuese nombrada depositaria del tesoro.
Ante esta noticia, el Estado español sospecha que puede tratarse de un pecio español. Todo apunta a que podría ser la carga de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes perteneciente a la Armada y, por ello, se persona ante el tribunal de Estados Unidos en mayo de 2007, alegando podría tratarse de un barco español, que jamás renunció a la carga y es competencia de su jurisdicción. También, se persona el Estado peruano al entender que posee derechos por ser el lugar de origen de la plata y oro, así como herederos de los posibles propietarios del cargamento, unos 25.
Odyssey intenta ocultar o tergiversar las informaciones referentes al hallazgo. Mientras tanto, se realiza una intenso trabajo por la Guardia Civil, el Ministerio de Cultura, el Archivo de Indias, Bibliotecas históricas, Ministerio de Defensa, etc para demostrar las actividades de la empresa en la zona de Gibraltar y justificar que el pecio hundido era Nuestra Señora de las Mercedes. Además, el abogado contratado por el Estado español, Jim Goold, junto a las pruebas de la identidad de la fragata, un auténtico arsenal documental y material, argumenta la incompetencia del Tribunal de Estados Unidos basándose en la Ley de Inmunidad de Soberanía Extranjera de 1976 (Foreign Sovereign Immunities Act) que protege a los buques de un Estado.
La empresa Odyssey ante las evidentes pruebas de la titularidad española argumenta que la fragata no estaba en una misión de guerra y, por lo tanto, no le es aplicable la inmunidad. El abogado Jim Goold, compara el ataque a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes con el ataque a Pearl Harbour perpetrado por Japón en tiempos de paz provocando la entrada a la guerra de Estados Unidos.
Finalmente, el juez Merryday del tribunal de Distrito de Florida dictó Sentencia el 3 de junio de 2009, conforme al informe en la instrucción del juez Pizzo asumiendo que se trataba de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, un buque de Estado que estaba en misión no comercial y, por lo tanto, posee inmunidad soberana. Ello unido a que el lugar del naufragio es un santuario de las personas que allí fallecieron. Dicha resolución fue recurrida y confirmada por sentencia del Tribunal de Apelación undécimo de Atlanta el 21 septiembre de 2011 y por Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el 14 de mayo de 2012, rechazando los recursos de Odyssey y del Estado de Perú, ordenando la entrega a España de los bienes procedentes de la fragata.

El letrado Jim Goold ganó en 2001 para España el pleito por las fragatas Juno y La Galga. Su trabajo le ha valido la condecoración del Reino de España con la Cruz de la Orden de Isabel La Católica 13 de diciembre 1999 y la Cruz del mérito el 20 de julio de 2012. Abajo enlazamos una conferencia (en inglés) explicando su trabajo en el asunto Odyssey.
Las resoluciones emanadas de los tribunales de Estados Unidos crean jurisprudencia internacional que marcan el sendero para una auténtica protección y respeto del patrimonio cultural subacuático, esperando que no se vuelvan a destruir yacimientos para ser vendidos como souvenirs.
«Los estados toleran una dilapidación de tesoros bajo el mar que jamás aceptarían bajo tierra»
Lyndell Prott. Exdirectora patrimonio unesco
A nivel internacional existen diversos convenios que obligan a los países firmantes a respetar la propiedad de los pecios y proteger los yacimientos arqueológicos subacuáticos del expolio. La Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Subacuático de la Unesco en 2001 define, entre otras cuestiones, la no explotación comercial del patrimonio y la Convención sobre Derecho del Mar (ONU 1982) regula la inmunidad soberana de los buques de estado y la propiedad sobre los mismos del país de origen, cuestión que también recoge el Tratado de Londres sobre Salvamento Marítimo (1985) y la Ley Española de Navegación de 2014.
Desde 2014 se han ido realizando excavaciones científicas en el lugar donde se encuentran los restos de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes a unos 1.138 m de profundidad.
Por supuesto, en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática no solo se expone este «tesoro», también hay una excelente puesta en escena de cómo se realizan excavaciones arqueológicas marinas y demostraciones de varios sistemas de puesta en valor del los yacimientos. Igualmente, se pueden contemplar ánforas fenicias, púnicas y romanas, recreaciones de pecios y restos de estos.



Terminamos esta primera entrada de la ciudad Cartagena pensando en volver pero no sin antes tomarnos un asiático y cenar unos pescados fritos en los Techos bajos cerca del puerto, mientras, apuntamos lo mucho que nos queda por descubrir de la esta ciudad.
«Era la última noche en Cartagena, la ciudad de Asdrúbal, en ella soñé que caminaba por las profundidades del mar, entre extrañas plantas de exuberante fronda, como las palmeras de Elche, que se enroscaban en mí. Vi preciosas perlas, mas ninguna tenía tanto brillo como el que yo había visto en los ojos españoles»
HANS CRISTIAN ANDERSEN. UN VIAJE POR ESPAÑA. 1862

Comer y dormir en Cartagena:
Más información y fuentes:
Ruta guiada gratuita por Cartagena
La Lex Iulia de Theatralis. Organización de la Cavea en el teatro romano de Cartagena por: Parra Martín, María Dolores
El espacio teatral y su regulación jurídica en época romana
Guías didácticas del Museo del Teatro Romano de Cartagena
Bonamic y el traslado de la Diócesis de Cartagena en el siglo XIII
La vida en las galeras en tiempos de Felipe II (pdf)
Cervantes soldado de mar (pdf)
El último viaje de la fragata Mercedes (pdf)
Cartagena recorrido a pie guiado 2 horas
Cartagena tour a pie de la antigua Roma con entradas
Libros recomendados: